miércoles, 16 de agosto de 2017

Parte de su suelo.

Ya lx verás poner tu nombre junto al suyo en hojas sin rayar. Ya transitaras por caminos de tierra a descampados. Ya veras su pasatiempos sobre paredes, y tu nombre como trofeo de aquel día marcado en ellas.
Tu paladar ya conocerá las delicias de su entorno. Tu aprecio por lxs animales se amigará con el suyo y crearan cierta obsesión respecto a eso. Ya compraras una y mil veces su niñez ya madura pero su adultez bien cruda. Ya descubrirás su sensibilidad carente de respaldo y perderás el equilibrio. Hasta que seas parte de su suelo. Hasta que te 
convierta 
en 
planicie 
total.

domingo, 13 de agosto de 2017

Tómate el tiempo en desmenuzarme.

Aquella tarde, al subir al colectivo de la línea 65 que su mano temblorosa frenó en la plaza Constitución, tomó su teléfono y lo primero que hizo fue llamar a sus padres para pedir ayuda.
Su cuerpo se encontraba destrozado a golpes. Su cuero cabelludo estaba hinchado de los tirones de pelo que había recibido.
De la cabeza para abajo, llevaba rastros de escupitajos que ya se encontraban secos.
La pantalla de su celular estaba hecha mierda, rota en mil pedazos.
Todo su ser cargaba con insultos, moretones, empujones, y todo tipo de agresiones.
Su pecho izquierdo tenía una tonalidad morada, producto de un apretujón insensible.
Uno de los hematomas de su brazo derecho iba tomando oscuridad a medida que los minutos pasaban.
La adrenalina seguía contenida dentro suyo, al recordar su cuerpo al pie de las vías del tren, zamarreado de su mochila puesta para ser empujado cuando éste pasara. Una oleada de cobardía y miedo ajeno la salvó.
Al  llegar a la parada perteneciente se bajó del colectivo insegura, con un miedo paralizante.
Vió la camioneta de sus padres. Se subió con el cuerpo inútil y desganado. Rompió llanto y comenzó a relatar aquel infierno diario, que esta vez había llegado a su fin.
Escribió y contó la historia una y otra vez. Pero siempre en tercera persona.

jueves, 7 de enero de 2016

No lo es.

Que puedas recordarme al acostarte, pensarme en forma abstracta, porque allá te quedas.
Envueltx entre sábanas frías, acondicionadas, llenas de pelo de gato, de manchas de fluidos, de marcas de cenizas, de baba, de lágrimas.
Y ahí te imagino, con la cara iluminada por la exagerada pantalla de tu celular, con la respiración un poco agitada por culpa de esas sábanas, y con el pecho a punto de explotar.
Somos una anécdota. Somos solo dígitos. Solo virtual.
Solo olor a electricidad. Solo cables enredados.  Solo monitores.
Pocas veces a una breve oportunidad  de hacerlo físico.

Lo que pasa es que no me ves. O no es suficiente.

miércoles, 29 de abril de 2015

Sofía.

La luz solar que entra por sus pupilas, se encarga de dilatarlas al límite, para dejar apenas un anillo color celeste que las rodea.
Suposiciones  inconclusas acerca de drogas o temas de luz y oscuridad quedan flotando en el espacio.
Solo bajo sus párpados encontré a las causantes de ese ruido que llamaban mi atención.
Solo en sus partes tapadas noté la más sensible de las pieles.
Sus oídos  se saturan fácilmente por ruidos provenientes de infinitos disparadores.
Caudales insostenibles desembocan por sus lagrimales agotando la mirada. Hinchando los párpados, provocando un tono grisáceo por debajo de sus ojos que contrasta con la blancura de su piel.




miércoles, 15 de abril de 2015

El perfume de mi cama.

Me reservo del uso de lociones en épocas de disgusto. De lo contrario, serían patentadas con dicho aroma que quizás, más adelante sirvan para recordarme malos momentos cuando me sienta un poco mejor.

martes, 17 de marzo de 2015

Algo anda mal.

Quisiera saber qué se siente enfrentarme al  volcán.
Pararme a sus pies y observar cómo aquella montaña hueca despide restos de lava amenazando todo a su alrededor. Que mi cuerpo se inquiete al ver aquel líquido caer rápidamente por la pendiente, directo a mis pies descalzos.
Quiero estar en el momento justo en el que estalle el núcleo y calle mi cuerpo, sentir cómo es mi primer contacto con las brazas y el fuego. Cómo es que me calcino de a poco. Sin gritar. Manteniendo los músculos de mi cara relajados. Disfrutando de lo que me daña. Cómo es que de repente soy cenizas.


viernes, 6 de febrero de 2015

Muy Casual.

 Visitarte en modo casual entre timbres, pedaleadas y disfrute.
 Fantaseando con que palpes mis deseos por encontrarte entre la multitud.

 Llego a casa y ante tal vivencia me recuesto para que aparezcas entre sueños, me abatas  por completo a la hora de levantarme y me golpee con el incesante ruido de  la realidad que me apresa.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Metástasis.

Dormís en una noche tranquila, tu cuerpo está en discordia con la temperatura del ambiente, se encuentra sudando.
Acompañas tu respiración con los pensamientos que entran y salen de tu soñar.
Un movimiento de tu brazo invade mi espacio y siento tu codo rozar mi cabeza.
Lo confundo con un cable de descarga y comienzo a soltar todo lo que baila por mi mente  a altas horas de la noche.
Tu codo comienza a arrugarse un poco más de lo normal.  Se tensa, se agrieta, levanta temperatura.
Como una metástasis, toma poder de tu brazo entero, que ahora permanece inmóvil y con aspecto débil.
Sus pelos se tiñen de blanco y caen muertos sobre la almohada.
Un olor hediondo se mete sin avisar por mi nariz. Tu brazo se pudre.

Mi cabeza también.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Quemando lectura.

Me quedé varada en la introducción de aquél librito que,a juzgar por su tapa, prometía ser interesante. Lo abrí pretendiendo que la lectura me separase de los gritos matutinos que rebotaban por las paredes de mi casa. Su letra era tan pequeña que tenía que entrecerrar los ojos para deducirla. Eso ya no me gustaba. Habían pasado seis minutos y mi vista releía el mismo párrafo una y otra vez mezclando palabras que no existían con frases que sí. Mientras fingía seguir con la lectura, me imaginaba rociando sus páginas con alcohol para luego verlo arder ante mi mal humor por no lograr llamar mi atención al abrirlo.




lunes, 6 de octubre de 2014

Extrañar(te).

La gente  me dice que te miro con amor.
Mi abuela se da cuenta de cómo escucho detenidamente cada oración que sale de tu boca.
De la admiración que te tengo al observarte hacer las cosas con dedicación.
De esas ganas de verte que  se manifiestan en  mis pasos al bajar las escaleras para abrirte la puerta.
Si las paredes hablaran, y caminaran también, correrían a tu casa para contarte que te quiero en voz alta, en voz baja, cantando, susurrando, gritando, riendo o llorando.
Los chocolates cuentan rápido sus anécdotas, antes de ser desenvueltos y devorados por un “te extraño” que ruge desde mi estómago.
Aunque mi mamá dice que cuando no estás, mis platos de comida quedan por la mitad.
Que por las noches puede escuchar mis pesadillas golpeando las ventanas  de mi cuarto.
Que a las paredes se les cae la pintura por no escucharme  hablar.
Y que las escaleras se agrietan de esperarme a que baje a abrirte.
Yo siento que lo único que no se desmorona son mis ganas de verte y esperarte porque por algo me gusta extrañarte.


viernes, 3 de octubre de 2014

Máquina.

Noches incompletas. Dientes que rechinan. Sueños que inquietan. Odio en las piernas, en los brazos, en las manos, en la cabeza.
Dedos temblorosos, la voz frágil, dudosa, quebradiza.
El miedo invade, se apodera de la mente. Saca conclusiones. Suicidio que sube desde el vientre.
Gritar, morir, matar, llorar, hasta que el cuerpo quede inútil como una mosca sin alas para volar. Hasta  que quede descansando sobre el asfalto, a metros del balcón. O pudriéndose en un sillón.

Hasta que la mente se calle de una vez. Solo porque ya murió.



martes, 2 de septiembre de 2014

Toc toc, perdón.

Solo escribo esto para descargarme. Para pedirte perdón por las veces que te molesté con mis problemas. Es que no sabes lo difícil que se me hace vivirlo todos los días. Cada vez que pasa, puedo sentir cómo un barrote nuevo me encierra en una jaula creada nada más y nada menos que por mi cabeza.
Perdón por hacerte caminar del lado izquierdo,  aún en los días de lluvia.
Perdón por  todo ese cuidado que sabes que debes tener porque odio que la milanesa toque la ensalada. Juro que si esto no pasara, me comería todos los platos con comida que tuviste que tirar por mi culpa.
Perdón por no poder conformarme con hacer las cosas solo una vez.
No quiero despertarte más por las noches, cuando llego a casa y te veo durmiendo profundamente. Pero es que el interruptor de la luz me lo pide a gritos.
Enciendo y apago. Enciendo y apago. Enciendo y apago. Y tu sueño es tan liviano. O será que ya estas acostumbrada y ambos sabemos que eso no debería suceder. Pero te despertas, me miras y puedo ver esa angustia e impotencia por no poder ayudarme.
Quisiera anular cada grito que te pegué por olvidarte de cerrar los placares, el microondas, o algún cajón. Pero esa abertura me roba segundos de vida, y siento que todo se desmorona a mi alrededor, que no puedo sostener la cordura, y necesito poner un orden.
Perdón por tener que tocar cada tacho de basura con el que me cruzo. No sientas  celos de ellos. Creerías que te tomo el pelo, pero amo cada paseo con vos, amo que comprendas esa desviación necesaria para llegar al poste donde éste se encuentra y que observes cómo extiendo mi brazo para tocarlo, aunque sea con la punta del dedo.
Todos estos problemas me hacen amarte cada vez más fuerte. Amarte tres veces a falta de una. Amarte por comprenderlos. Amarte por ser mi cómplice.



lunes, 28 de julio de 2014

De todos los colores.

Los dos dedos que llevas a tus oídos en el momento previo a la explosión de la piñata.
Las manías que no te dejan dormir  en paz.
La satisfacción de dar vuelta la almohada  en un día de verano.
El inquietante silencio dentro de un ascensor con personas a bordo.
Ese consenso obvio por gritar cuando se corta la luz en el aula.
El doloroso tajo al cortarte el dedo con una hoja.
El odio por el invierno.
El odio por el verano.
La aceleracion del paso al caminar por el sector oscuro de tu casa.
La sensación pre y post estornudo. La dolorosa pérdida del mismo.
El placentero momento de besar a quien te gusta.
El crujir de las hojas al pisarlas en otoño.
Las veces que no me escuchaste.
Los olores prohibidos.
La inseguridad que invita a los celos.
Las risas lastimosas.
Esa satisfacción que te llena la panza al recibir un mensaje.
Las endorfinas subiendo por tu cuerpo al disfrutar de un chocolate.
Esa piel de gallina que invade tu espalda tras el recorrido de algún mimito.
Los diez minutos antes de la hora.
La puntada  en el pecho.
Las palabras guardadas.
La autodestrucción programada al tipear su nombre.
El mar dulce en tu boca luego de darle un mordisco al algodón de azúcar.
La comprensión de los hechos.
El olor a fósforo.
El descubrimiento de las verdaderas intenciones.
La desesperación.
La fricción de ambos cuerpos.
El ahogo de un llanto.
El comienzo de nada.
El final de todo.

Suciedad crónica.

Después de vernos, todo rastro de sentimiento engañoso que creemos experimentar, se diluye en agua y sudor que corre violentamente por la rejilla de la ducha haciéndome creer que no volverá jamás.
Pero al transcurrir la semana me encuentro con todas mis ganas golpeando la puerta de su casa para luego convertir el agua limpia en agua sucia una vez más.

jueves, 3 de julio de 2014

M de morbo.

Un día me voy a camuflar, y me voy a transformar en un amigo tuyo. Voy a meterme en el vestuario y mirar tu pene mientras orinas. Te voy a incitar a hablar de la cantidad de mujeres con las que tuviste sexo. De quién te gusta. Quedarme a dormir en tu casa y observar cómo te perdes en los sueños, mientras tu respiración comienza a agitarse. Verte despertar, con tu pelo enojado y sentir la fragancia del desodorante que aún permanece en tu cuerpo. Detectar a tu miembro alarmado que se escapa por la costura del bóxer. Conocer tus enriedos y saber lo que te quiebra. Saber los puntos perfectos para que al tocarte te retuerzas entre las sábanas. Compartir un par de tragos y experimentarte en un estado alcohólico y sincero. Sensible. Violento. Gracioso. Molesto. Ser el compañero con el que descubras, que de vez en cuando necesitas cambiarte de cama, sumergirte entre mis frazadas y abrazarme por la noche, para luego volver a tu lugar cuando los rayos del sol comiencen a delatarnos. Y así como me transformé, me voy a desarmar entre pensamientos y volveré a ocupar el mismo lugar de antes.