Son como un segmento de "naturaleza" insertada en unos buenos kilómetros de cemento a la redonda.
Son una especie de simulacro de lo que sería para nosotros un lugar bonito en el que anhelamos estar. Y todo es "maravilloso". Hasta que te das cuenta de que más allá hay edificios asomándose por entre los árboles, vigiládonos.
Hay casas, cada una con su problema.
Encuentro balcones con gente que sale a dar un respiro, mirando esta mentira desde lejos.
Hay autos, tensión sobre ruedas. Contracturas. Insultos.
Hasta puedo decir que veo al obelisco. Pequeño alfiler en medio de un hormiguero.
Y miro para abajo y el cuadrado mal cortado de pasto donde estoy parada, se distingue de los demás por una línea divisoria que continúa haciendo énfasis en
lo artificial.
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