jueves, 25 de julio de 2013

Do re mi.

Me senté cerca suyo. Lo contemplé con la mirada, silenciosamente mientras el tomaba su instrumento preferido.
Apoyé mis manos sobre el regazo de mis piernas.
Me relajé por un momento y dejé que me deleitara con su mejor melodía.
Las notas acariciaban mis oídos mientras esbozaba una leve sonrisa en mi cara.
Dirigí la mirada hacia sus manos para observar cada movimiento que realizaba con sus dedos.
De pronto comenzó a cantar. Los tonos que sus cuerdas vocales alcanzaban me fascinaban. 
Me enojé y a la vez me alegré porque no pude encontrarle ningún defecto. 
Era normal lo que pretendía?
Hacía tiempo que no tocaban para mí. A decir verdad, dudaba que todo esto llevara mi nombre.




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