Me subí y busqué el asiento individual más cercano antes de caer al piso.
Sentía como el viento me cacheteaba descaradamente la cara.
Miré por la ventana y te vi pasar en la bicicleta.
La luz de un auto te hizo desaparecer.
Anhelaba con ser dueña de alguna de las casas que desfilaban a lo largo del viaje.
Por un momento, durante quién sabe cuantas paradas percibí tu subida.
Al levantar la vista, confirmé que todavía estaba algo inconsciente.
Perdí la noción de dónde me encontraba, así que me puse a mirar a los autos que pasaban del lado opuesto.
Sentía que un caño me iba a atravesar la cabeza.
El colectivo comenzó a llenarse de gente que iba ocupando de a poco su lugar hasta que un hombre se paró al lado mío y mi cabeza se apagó.
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