sábado, 6 de abril de 2013

Subte "D"


Bajó las escaleras con algo de entusiasmo y decepción a la vez.
No sabía si estar contenta o si tener a mano una caja de pañuelos y un revólver.
-Buen día- Dijo cuando se acercó a la boletería.
-Buen día- Respondió el empleado con amabilidad. Valoraba el buen trato de los pasajeros. No todos deseaban realmente buenos días. O por lo menos no sus caras.
- Dos viajes por favor- Pidió convencida, dejando un par de billetes y monedas sobre el mostrador.
-Aquí tiene.
-Gracias.
-No hay de qué.
Pasó la tarjeta por la máquina, conservando todavía un viaje.
Caminó hasta uno de los bancos, observando los enormes carteles de publicidades que sobresalían de las paredes.
Se sentó a esperar el primer subte, solo para verlo pasar. Al igual que al segundo, y al tercero, y al décimo cuarto.
De pronto, una figura se paró frente a ella.
-Disculpe que me meta, pero noté que hace algunos largos minutos que está aquí sentada, trabajo en el puesto de diarios de en frente pero como ve, mi turno ya terminó.
Ella lo miró y continuó esperando sin decir palabra alguna. A decir verdad, la presencia de aquel tipo la alteraba bastante.
- Me llamo Carlos. Un gusto - se presentó torpemente, esperando cualquier tipo de reacción de parte de ella.
- Hola- Contestó cortante, ya de mal humor.
-Vuelvo a pedir disculpas, pero le cuento, que al trabajar en esta estación, veo a diario personas  que se sientan a esperar a alguien y se pasan minutos, incluso horas, hasta que pasa el último subte y la gente de metro vías decide cortar la tensión pidiendo incómodamente que se retiren.
- No es mi caso. Gracias por la anécdota- Respondió sin sacar la vista que ahora se fijaba en un cartel  con una publicidad de relojes que se encontraba en la pared de en frente.
- Bueno, no vengo a sacarla de aquí porque no es mi trabajo...
- Entonces?
-Entonces nada, vengo a preguntarle si quiere compañía mientras espera.
-No, gracias.
El hombre no sabía si seguir insistiendo o si marcharse rápidamente antes de que esa mujer, cuyo nombre desconocía, lo apuntara con un revólver y acabara con su vida en menos tiempo del que llevaba esperando quién sabe a quién en aquella estación.
- Bueno, me quedaré aguardando al próximo subte de todas formas. Estas situaciones las vivo a diario, como ya le dije. Sería una pena que se quedara hasta el último subte.
- No es mi caso. Puede irse y ya?- Contestó algo furiosa, alterada, preocupada.
Esa reacción no había sido de su agrado. Entendía que aquella señorita no estaba en su mejor momento, pero tampoco iba a dejar que lo tratara de esa manera, a lo que respondió sin pensarlo demasiado:
- De acuerdo, al fin y al cabo no soy yo el que se queda echando raíces. Usted es un caso más aunque no lo acepte.
- Puede ser, pero de mis raíces va a crecer un árbol hermoso- Respondió con ironía, burlándose.
- Me parece perfecto, usted es una hermosa mujer y seguramente encontrará a alguien que la venga a regar todos los días mientras sigue esperando a quien plantó esa linda semillita, que ahora es un bello árbol repleto de raíces, las cuales están dificultando la llegada de mi subte. Debería cortarlas. Están enredándose en las vías, señorita.
- No se preocupe, traigo una podadora en mi cartera. Ya que insiste tanto, admito que soy uno de los tantos casos con los que se encuentra diariamente.
Finalmente, el subte llegó y el diariero se marchó.
Ella continuó esperando.

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