Los dos dedos que llevas a tus oídos en el momento previo a la explosión de la piñata.
Las manías que no te dejan dormir en paz.
La satisfacción de dar vuelta la almohada en un día de verano.
El inquietante silencio dentro de un ascensor con personas a bordo.
Ese consenso obvio por gritar cuando se corta la luz en el aula.
El doloroso tajo al cortarte el dedo con una hoja.
El odio por el invierno.
El odio por el verano.
La aceleracion del paso al caminar por el sector oscuro de tu casa.
La sensación pre y post estornudo. La dolorosa pérdida del mismo.
El placentero momento de besar a quien te gusta.
El crujir de las hojas al pisarlas en otoño.
Las veces que no me escuchaste.
Los olores prohibidos.
La inseguridad que invita a los celos.
Las risas lastimosas.
Esa satisfacción que te llena la panza al recibir un mensaje.
Las endorfinas subiendo por tu cuerpo al disfrutar de un chocolate.
Esa piel de gallina que invade tu espalda tras el recorrido de algún mimito.
Los diez minutos antes de la hora.
La puntada en el pecho.
Las palabras guardadas.
La autodestrucción programada al tipear su nombre.
El mar dulce en tu boca luego de darle un mordisco al algodón de azúcar.
La comprensión de los hechos.
El olor a fósforo.
El descubrimiento de las verdaderas intenciones.
La desesperación.
La fricción de ambos cuerpos.
El ahogo de un llanto.
El comienzo de nada.
lunes, 28 de julio de 2014
Suciedad crónica.
Después de vernos, todo rastro de sentimiento engañoso que creemos experimentar, se diluye en agua y sudor que corre violentamente por la rejilla de la ducha haciéndome creer que no volverá jamás.
Pero al transcurrir la semana me encuentro con todas mis ganas golpeando la puerta de su casa para luego convertir el agua limpia en agua sucia una vez más.
Pero al transcurrir la semana me encuentro con todas mis ganas golpeando la puerta de su casa para luego convertir el agua limpia en agua sucia una vez más.
jueves, 3 de julio de 2014
M de morbo.
Un día me voy a camuflar, y me voy a transformar en un amigo tuyo.
Voy a meterme en el vestuario y mirar tu pene mientras orinas.
Te voy a incitar a hablar de la cantidad de mujeres con las que tuviste sexo.
De quién te gusta.
Quedarme a dormir en tu casa y observar cómo te perdes en los sueños, mientras tu respiración comienza a agitarse.
Verte despertar, con tu pelo enojado y sentir la fragancia del desodorante que aún permanece en tu cuerpo.
Detectar a tu miembro alarmado que se escapa por la costura del bóxer.
Conocer tus enriedos y saber lo que te quiebra. Saber los puntos perfectos para que al tocarte te retuerzas entre las sábanas.
Compartir un par de tragos y experimentarte en un estado alcohólico y sincero.
Sensible. Violento. Gracioso. Molesto.
Ser el compañero con el que descubras, que de vez en cuando necesitas cambiarte de cama, sumergirte entre mis frazadas y abrazarme por la noche, para luego volver a tu lugar cuando los rayos del sol comiencen a delatarnos.
Y así como me transformé, me voy a desarmar entre pensamientos y volveré a ocupar el mismo lugar de antes.
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