jueves, 8 de mayo de 2014

Últimos avisos.

En estos últimos 30 años estuvo haciendo todo mal. Todo muy mal. Por la noche llegó a su casa y al colgar el saco observó a su gato por primera vez en una semana. Claro, nunca se dio cuenta de que ya no lo saludaba al verlo entrar a la casa. Se sacó el sombrero y lo tiró arriba de su sillón sin dejar de mirar aquel cuerpecito que permanecía inmóvil mientras se acercaba cada vez más. Cuando lo tuvo a metros,   preparó las manos para tocarlo y adaptarse a cualquier situación con la que se encontrase. Recorrió su lomo con los dedos, metiéndoselos por entre su melena de pelos. Su palma no se atrevió a tocarlo. Comprobó al fin, que el animal permanecía muerto desde el viernes pasado. Adiós gato número cinco.
 Miró a su alrededor y en el medio del silencio detectó un sonido que lo puso nervioso. El teléfono colgaba por el escritorio hasta tocar el piso. El tono de espera sonaba desde hace ya dos días, desde aquel momento en el que se enojó con su psicólogo e intentó resolver por lo fácil: revolear el teléfono. Al estrellarlo contra la pared, rebotó y cayó al vacío. Solo lo sujetaba el cable. Buscó la tijera dentro de un viejo par de zapatos que se encontraban dentro del armario. Cortó lo que tenía que cortar. El sonido del teléfono desapareció.
 Las moscas habitaban conformes la cocina dando vueltas alrededor de una pila de platos que rebalsaba por la pileta. La principal atracción para los insectos fue la comida que se encontraba impregnada hacía días.
Tuvo un instante para caer en la cuenta. Un instante en el que tuvo que cargar con todos los problemas que no había visto en 30 años.
Se desplomó en el suelo. Sintió su peor angustia. Se sacó el zapato y lo arrojó hacia la luz para apagarla. Objetivo cumplido.  Se tomó la cabeza con las manos y comenzó a llorar. Lloró todo lo que nunca le había salido llorar. Su pecho iba a explotar de infelicidad.
Los minutos pasaron. Sus ojos se fueron cerrando lentamente. Por los orificios de su nariz asomaban mocos líquidos que no se había tomado ni el trabajo de limpiarse. Comenzó a quedarse dormido, con la cabeza apoyada sobre su difunto gato y su cuerpo tenso sobre la alfombra húmeda por el café derramado de aquella mañana.
Aquella noche fue la última.

2 comentarios:

  1. Eso esperaba, que fuera la última pero no.. no fue así...
    Estando a punto de cruzar la linea del no retorno, dejándose llevar por esa sensación de disolución, de muerte... alcanzó a hacerse una última pregunta... Una que nunca en 30 años se había hecho. Quien soy realmente?... Se preguntó.
    Y luego de un silencio que se insinuaba eterno, una chispa se mostró en su pecho. Sorprendido por lo que veía, sintió que una lágrima salia de sus ojos, pero ésta era una lágrima diferente... en ella se reflejaba la luz del amanecer. De pronto una mariposa multicolor que volaba afuera se fue acercando en un suave vuelo para posarse finalmente en su nariz. Sonrió.
    Y él, finalmente lo supo...
    Tomo el impulso mas profundo que le salió del alma y se levanto... y en ese momento todo comenzó a vibrar, a temblar muy fuertemente... Pensó por un segundo que podría ser un terremoto, se quedó parado, inmóvil. Hasta que cayo en cuenta que eso que vibraba era su vida.

    Se tomo unos minutos, respiró... Observó su alrededor y antes de que comience a pensar lo que iba a hacer, un estampido de luz invadió la habitación y lo envolvió de alegría... Y una voz, en su conciencia, que se anunciaba como propia, le decía: ¨es hora de despertar amigo¨.

    Ya nada fue igual desde aquel día. No se sabe ya nada de nuestro amigo... Algunos dicen que lo vieron en alguna ciudad. Otros dicen que se retiró a vivir en el campo en donde domestica muchos gatos... Otros dicen que eso nunca sucedió. Y algunos mas... que ahora anda por la vida despertando a otros... Quien sabe, todo podría suceder... El universo es tan insignificante... No?

    ResponderEliminar
  2. Después me decis a mi que escribo cosas caoticas

    ResponderEliminar