Una ola de ignorancia, se asomó sin repugnancia. Apareció por el horizonte y la embistió cual rinoceronte.
Su víctima quedó tirada, con las ideas desordenadas, y cegada por aquella arena que tanto le llamaba.
Entonces, solo sintió, lo que no miró cuando llegó.
Entre toda esa maleza, abundaba la belleza, pero carecía de protagonismo su cabeza.
Ahí fue cuando recordó aquel cartel muy bien decorado, "llamativo, bello y muy bien pintado".
Aquel cartel que a primera vista a todos envolvía en engaños, que sobre su frente decía "vuelvo en cien años".
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