Te siento como cuerda floja.
No tenes esa tensión que me asegura lo firme.
Miro para abajo y me mareo. Está lleno de piedras
y tu reacción al imaginarte un accidente siendo parte de tal junto con ellas te divierte.
Te dan ganas de soltarte y dejarme caer al vacío.
Y quién me ataja? me atajo yo. Como puedo o como me salga. Con mis manos debajo de mi cuerpo, soportando mi propio peso
y sintiendo la superficie del otro lado.
E impactar.
Impactar junto con otros cuerpos que me esperan.
Impactar deseando caer pegada a un cuadro sin figurita o en su defecto caer justo encima del viejo mazo.
Y agrandar la familia.
Y agrandar tu ego.
domingo, 25 de agosto de 2013
lunes, 12 de agosto de 2013
Des-ordename.
Llegó a su casa cansada, agobiada, exhausta de trabajo que rebalsaba por encima de la tapa de su cráneo.
Tras abrir la puerta, observó el desorden familiar que había sobre la mesa.
No quería recordar lo que había pasado ayer sobre ella. No era tan importante, al igual que tantos otros desórdenes en otras partes de su casa.
Todos esos desconciertos la aburrían temporalmente. Todos iguales, unos más enquilombados que otros.
Necesitaba re ordenar su vida de forma desorganizada, como a ella le gustaba.
Consideró la opción de revisar en los bolsillos de su saco, en busca de un nuevo desorden, y confiando en que este iba a ser un remolino de papeles que le darían vuelta la casa, dejando cosas así como el sillón en el baño o el horno en el dormitorio, introdujo la mano en su bolsillo y sacó un nuevo papelito.
Tomó el teléfono y marcó, un nuevo y desconocido número para su agenda mental, normalmente desordenada. Tal como a ella le gustaba.
Tras abrir la puerta, observó el desorden familiar que había sobre la mesa.
No quería recordar lo que había pasado ayer sobre ella. No era tan importante, al igual que tantos otros desórdenes en otras partes de su casa.
Todos esos desconciertos la aburrían temporalmente. Todos iguales, unos más enquilombados que otros.
Necesitaba re ordenar su vida de forma desorganizada, como a ella le gustaba.
Consideró la opción de revisar en los bolsillos de su saco, en busca de un nuevo desorden, y confiando en que este iba a ser un remolino de papeles que le darían vuelta la casa, dejando cosas así como el sillón en el baño o el horno en el dormitorio, introdujo la mano en su bolsillo y sacó un nuevo papelito.
Tomó el teléfono y marcó, un nuevo y desconocido número para su agenda mental, normalmente desordenada. Tal como a ella le gustaba.
jueves, 1 de agosto de 2013
Del revés.
Como no estas a mi alcance, decido buscarte vía internet.
Me acerco a la computadora y ahí está tu nombre, acompañado de un circulo color verde al costado, que marca tu disponibilidad para cualquier tipo de caprichos que se me ocurran.
Tengo ganas de que tu estómago ingiera cualquier tipo de químico y que te deje del revés.
El solo pensarlo me alborota de forma efusiva.
Comienzo con una charla que tiende a un desastre y de repente, PUM. Aprieto el botón que detona la bomba. "Enter". Y lo envío.
Tu reacción complace a mis caprichos, porque dejaste de responder, el circulo permanece color verde, y ahora estoy a la espera del resultado: Incoherencias que salen de tus manos temblorosas.
Puedo darme cuenta de tu estado de inconsciencia que lucha por seguir la discusión.
Tu vulnerabilidad me hace fuerte y me aprovecho de ella sacando ventaja, triunfante.
Hasta que de repente, el círculo que se encontraba al costado de tu nombre, ya no está.
Me importa poco si te fuiste porque tu cuerpo no aguantaba y se desplomó sobre el teclado, o si te fuiste porque no querías seguir discutiendo.
Pero tu indiferencia me deja del revés.
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